El portal nº1 de esquelas online
D .E .P .
Tanatorio M-30, sala nº 5, Madrid.
El equipo de Rememori.com quiere hacer llegar a su familia y allegados su sincero mensaje de condolencia, y ofrecerle todos los servicios que ofrece nuestra web, para recordar y homenajear a sus queridos fallecidos.
Siempre permanecerás en nuestro recuerdo
A mi madre Oh sol de mi niñez, madre querida, que te ocultas en nubes de pesares, los ecos de mi alma entristecida lleve hacia ti la brisa de los mares. No muevo el arpa a melodioso canto por seguir el fantasma de la gloria, cada son es la gota de este llanto que consagro a tu plácida memoria. Si lleno de pesar mi triste pecho su llanto no vertiera en este día, a mis penas el alma cauce estrecho en mares de dolor se anegaría. Si yo culpable fui o si he sembrado de crímenes la tierra que me abriga, o al cielo en su justicia he provocado ¿por qué, oh madre, por qué cruel te castiga? ¿Por qué sumida en la doliente ausencia te erige sus cadalsos el dolor? Tu delito fue darme la existencia, ¡fue tu delito tu materno amor! ¿Quién de ti me apartará, madre mía? ¿Quién ha turbado tu feliz anhelo? el que trueca en desorden la armonía, y la paz ahuyentó del triste suelo. El oro, sí, fue el oro mercenario que abrojos presta al cabezal del hombre, el oro a la ventura necesario hasta de aquel que aborreció su nombre. Lo buscaré, sí, madre, y la ventura a vivir con nosotros volverá, su tiránica ley, de la natura los vínculos de amor no romperá. En arras pues de bienhechores tratos van con destino, madre, a tu sustento, de mi primer afán los dones gratos, son muestras de esperanza y de contento. Que no la vanidad ni las grandezas, ni codicias injustas, criminales, me impulsan a soñar con las riquezas, mis fines son, lo juro, celestiales. La paz del corazón, el goce santo de la familia en el honrado gremio, el bien no individual, son el encanto que busca el corazón cual grato premio. ¡Ah! ¡Si cual ave que llevó ligera a sus hijos las presas inocentes, en alas de mi amor volar pudiera o darte mis abrazos elocuentes! Tú me diste tu sangre en alimento en la risueña edad de mi lactancia, hoy mi sudor, mi ser, todo mi aliento los cuidados te pagan de la infancia. Y aún yacen en mi pecho enrojecidas por fuego de virtud, las bendiciones que me diste al partir, no desoídas se pierdan tus maternas oraciones. Bendigo, sí, a mi vez, bendigo el oro que así se presta a generoso empleo, lo bendigo también si enjuga el lloro o redimiendo al infeliz lo veo. Mas, oh madre, ¿qué alcanzo con que vivas si los aromas de tu amor no alcanzo? ¿qué te importan los dones que recibas si en pos de tus caricias no me lanzo? Adiós, oh madre, pues, ruégale al cielo que luzca siempre su genial bonanza y nunca el triste y nebuloso velo nos encubra ¡ay! ¡El sol de la esperanza!
orque siento que en los cielos los ángeles susurrándose entre sí no encuentran entre sus ardientes palabras de amor ninguna tan devota como la de "madre" largo tiempo con ese querido nombre te he llamado a ti que eres más que una madre para mí porque llenas el corazón de mi corazón, donde la muerte te colocó cuando dejó libre el espíritu de mi amada Virginia. Mi madre, mi propia madre, muerta temprano fue solo mi madre; pero tú eres la madre de la mujer que tanto amé y así eres más querida que la madre que conocí por esa eternidad con que a mi esposa la idolatró mi alma más que a su propia alma.
Te fuiste de mi lado. En silencio fue tu partida. Mi corazón se ha desangrado por tan súbita despedida. Tu espíritu luchador a la vida se aferraba. Más Dios, desesperado, a su lado te llamaba. En ángel te has convertido. Velando por nosotros estás. Aguardando que se cumpla la cita de reunirnos en la eternidad. Sin embargo, me parece tan lejos… Quisiera ahora poderte abrazar. Te busco, te llamo. No te encuentro. Dime… ¿Cómo me he de consolar? Tu amor incalculable mis faltas por alto pasó. Porque el querer de una madre, ese, no tiene comparación. Sé que en el cielo habitas. Al lado de Dios has de estar. Aguardaré paciente el día en que nos volvamos a encontrar. Entonces será para siempre. Nada ni nadie nos podrá separar. No temeré cuando llegue mi momento pues tu presencia me confortará. Me esforzaré por ganar el cielo para no perderte nunca más. Mientras tanto, guía mis pasos. Ilumina mi senda, enséñame el camino. Que tu presencia me rodee siempre hasta que se cumpla mi destino.
Estaba oscuro... Solo el rayo de la luz de tus ojos. Me enseñaste a respirar y tus entrañas acariciaban mi frágil cuerpo. Soñaba con colores y te imaginaba hermosa, fueron nueve meses en un mundo rosa. Crecí de a poco con tu calor me alimentaba con tus caricias y frases de amor. El momento llegaba iba a conocerte, estaba muy protegida con miedo de perderte... Se hizo la luz una mañana de febrero, mamá ahí estabas tú tan maravillosa y tan dulce como te había imaginado. Aprendí con el correr del tiempo y en mis andanzas peligrosas de cada uno de tus consejos valorados en cada acto de mis diecinueve años, y soñando cada vez que me encuentro lejos, con tus palabras que envuelven mis vivencias y acobardan los miedos de mi juventud.